domingo, 18 de octubre de 2015

Conviviendo con la muerte: ¿Cuán seria es, realmente, la depresión?

¿Conocen al Toxoplasma gondii? Es un parásito que sólo puede reproducirse dentro del cuerpo de un felino. Puede vivir en el interior de una sola célula en el intestino de un gato. En su etapa final, libera huevecillos que son expulsados por las heces del gato y pueden sobrevivir hasta 18 meses fuera de un organismo vivo. Cuando un animal, usualmente una rata, ingiere o respira los huevecillos, éstos eclosionan en su interior y empiezan su ciclo de desarrollo. Sin embargo, su ciclo reproductivo solo puede ser terminado dentro de un felino, por lo que, a menos que el animal sea comido por uno de ellos, el toxoplasma morirá sin reproducirse. Esto puede ser un verdadero problema, ya que las ratas no son precisamente amigas de los gatos. Sin embargo, el parásito tiene sus medios para llevar a su víctima directo a las fauces de su depredador natural.


En condiciones normales, una rata muestra aversión al olor de los gatos y tenderá a escapar apenas perciba la más mínima señal de peligro. Sin embargo, el toxoplasma genera modificaciones específicas en el cerebro de las ratas, para que éstas sientan placer en lugar de aversión por el olor de los gatos. El resultado final es que su huésped probablemente termine encontrándose con un gato que acabará comiéndoselo. Es decir que una modificación física en el sistema nervioso, en este caso causada por un parásito, invierte los criterios de salud del organismo y lo hace percibir como interesante o aceptable aquello que en condiciones saludables descartaría inmediatamente.

Esto nos enseña una valiosa lección: Los sistemas nerviosos pueden ser físicamente alterados para funcionar en contra de su propia supervivencia.


La depresión tiene una manera similar de operar. El tema está tan estudiado, documentado y difundido que sería una pérdida de tiempo escribir otro artículo más sobre la etiología de la enfermedad. En lugar de ello, ofrezco una breve descripción de cómo es que esta enfermedad puede, lentamente, consumirnos a todos mientras nuestros amigos y familiares nos gritan que pongamos de nuestra parte y que estamos poniendo excusas.


En principio, es importante diferenciar la depresión de la tristeza, ya que muchas personas usan las palabras como sinónimos. La tristeza es un mero síntoma que tiende a aparecer durante una depresión, pero puede también sentirse sin que la persona esté deprimida. La depresión es una enfermedad mental que causa ligeras alteraciones físicas en el cerebro (normalmente axónicas y dendríticas) que se ven acompañadas de alteraciones en el pensamiento que, en principio, son muy sutiles como una sensación de aburrimiento que no se calma con facilidad, pero que pueden escalar gradualmente al deseo del organismo de autodestruirse o dejarse morir sin importar las secuelas que ello deje en su entorno.


En el transcurso de la enfermedad, aparecen patrones pesimistas de pensamiento que pueden generar creencias, en apariencia lógicas para la persona,  de no ser valioso o de que los demás solo lo van a lastimar. Dichas creencias tienden a reforzarse cuando la persona desarrolla lo que se llama “sesgos de confirmación” y solo le presta atención a aspectos de la realidad que confirmen las ideas tóxicas con las que ya se comprometió. La convicción de que los demás no son de confiar y de que uno no vale lo suficiente como para ser cuidado puede producir un rechazo al contacto interpersonal.


Al encontrarse la persona cada vez más aislada de los otros, éstos pensamientos de no ser apreciado o respetado parecieran "confirmarse", aumentando la intensidad del malestar emocional. Algunos encuentran intolerable la idea de ser rechazados por los otros por ser considerados antipáticos o raros y prefieren amortiguar los golpes a su autoestima portándose con hostilidad hacia ellos. La lógica detrás de ello es convencerse de que controlan su situación y que, de hecho, el que lo abandonen o menosprecien le divierte porque le gusta “ver las reacciones de la gente”.

Desde luego que la depresión es solo una forma de operar de la mente dados ciertos cambios físicos en la estructura encefálica. No es un ente real con conciencia y voluntad, pero si, metafóricamente, la personificásemos en un sujeto hiper real que se alimenta del sufrimiento psicológico para vivir, éste se comportaría como un parásito que modifica el patrón de pensamiento de su víctima para que perciba a las personas como irritantes, a las contingencias desagradables de la vida como intolerables y a sus placeres como superfluos.


Cuando la lógica y el sentido común operan bajo las premisas de que uno no es valioso, los demás son desagradables y que la vida es irremediablemente una fuente de dolor, la mente racional concluye que lo lógico es alejarse de las otras personas y de las incomodidades en todos sus niveles para protegerse.

Esto no sería un problema si no fuese por la condición biológica inherente de ser un animal social. Nuestros organismos están diseñados por la selección natural para experimentar bienestar cuando estamos en compañía de los otros y no somos los únicos.

Cuando, por ejemplo, los ratones son expuestos a constantes agresiones, éstos desarrollan una aversión al contacto social muy difícil de revertir (Breton, et al., 2006). Estudios han documentado que los ratones que permanecen socialmente aislados por un periodo mayor a las 4 semanas, incrementan su agresividad, muestran síntomas de depresión y ansiedad y presentan cambios físicos observables y medibles en su funcionamiento cerebral (Matsumoto, et al., 2005).


En el caso de las personas, es, finalmente, este paso de aislarse lo que precipita el deterioro físico y psicológico. Cada vez su motivación para salir se irá debilitando y las excusas empezarán a brotar como burbujas en un caldero hirviendo: "no me gustan las reuniones", "tengo que cuidar al perro", "no he limpiado la casa", "estoy cansado”, etc.

La depresión modifica tanto la manera de pensar y de actuar de una persona, que en los primeros manuales de psiquiatría se le había considerado incluso un estilo de personalidad. Hoy en día sabemos que estos casos describían lo que hoy se considera un tipo de depresión llamado distimia.

Se calcula que, solamente en el Perú, hay cerca de un millón 700 mil personas deprimidas, de las cuales únicamente el 25% ha recibido atención especializada. Según las estadísticas del Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi, el 80% de los 334 casos de suicidios presentados en el Perú solo en 2013 tuvo su origen en problemas de ánimo y depresión.

Castillo Martell, director de la institución, explica que “de cada 20 personas mayores de 15 años, una se deprime al año; de cada 20 personas con episodio de depresión, una intenta suicidarse; y de cada 20 intentos de suicidio, uno llega a consumarse”.

Algo que refleja cuán real y peligrosa es la modificación en los patrones de pensamiento, es que muchas personas, incluso habiendo descubierto que claramente necesitan ayuda, optan por no buscarla. Es como si la depresión fuese un toxoplasma que aleja más y más a su huésped del contacto interpersonal que podría salvarle la vida. Los mismos datos de la institución previamente mencionada revelan que el 20% de quienes padecen de esta enfermedad se da cuenta de que necesita atención, pero no toma medidas.


Es importante, por ello, estar atentos a los cambios mencionados en este artículo para poder ayudar a quien, literalmente, ya perdió la fuerza para ayudarse, en lugar de decirle que son excusas o que no está poniendo de su parte. Quizá valga la pena tener presente el proverbio sueco: “Ámame cuando menos lo merezca, porque será cuando más lo necesite”.


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Referencias:

Breton, O., McClung, C., DiLeone, R., Krishnan, V., Renthal, W., Russo, S., Graham, D., & et al. (2006). Essential Role of BDNF in the Mesolimbic Dopamine Pathway in Social Defeat Stress. Recuperado el 17 de octubre de 2016 de http://www.sciencemag.org/content/311/5762/864.abstract

Matsumoto, K., Pinna, G., Puia, G., Guidotti, A., & Costa E. (2005). Social isolation stress-induced aggression in mice: a model to study the pharmacology of neurosteroidogenesis. Recuperado el 17 de octubre de 2015 de http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/16019600

Muñiz, S., & Mondragón, R. (2009).Toxoplasma Gondii, un Patógeno Asesino Re-emergente. Recuperado el 17 de octubre de 2015 de http://www.facmed.unam.mx/publicaciones/ampb/numeros/2009/02/g_3erarticulo28(2).pdf

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