viernes, 22 de febrero de 2019

Vistazo al abismo: cuando la oscuridad ilumina


Los libros tienen el poder de hacernos despertar a la realidad de nuestras vidas y abrir puertas cognitivas y afectivas que, de otro modo, habrían permanecido perennemente bloqueadas o invisibles. Para el lector experimentado el acto mismo de la lectura es un sueño lúcido guiado mediante el cual la mente de alguien más se pasea por su psique dejando marcas y huellas.

No obstante, si los libros son capaces de transformar a las personas, ¿puede decirse que estas transformaciones siempre estén en favor de los lectores o de las sociedades que los acogen? Baudrillard (1990) expresa que "toda liberación afecta el bien y el mal equitativamente. La liberación de la moral y las mentes conlleva a crímenes y catástrofes. La liberación de la ley y el placer conlleva inevitablemente a la liberación del crimen".


Si aceptamos su observación, se desprende que no podemos controlar por completo el uso y consecuencias de todo nuevo aporte tecnológico o intelectual por más de que deseemos que solo se le dé el uso que juzguemos conveniente. Ante tal circunstancia es que pensadores y líderes diversos a lo largo de la historia han considerado prudente restringir el acceso de la masa a ideas y novedades en exceso reveladoras.

Ya desde la antigua Grecia se tiene registro de que algunos pensadores consideraban recomendable que las élites y las masas sean educadas para creer cosas diferentes en aras de la estabilidad social. Por ejemplo se le atribuye a Platón una de las ideas más controversiales y, tal vez, influyentes de la historia: La "Mentira Noble". Al respecto escribió (La República, Libro III):


"¿Qué hacer para que sean valientes? ¿No les diremos acaso cosas tales que les induzcan a no temer en absoluto a la muerte?"

"...será menos dolorosa que para nadie la pérdida de un hijo, un hermano, una fortuna o cualquier otra cosa semejante".

"...haremos bien en suprimir las lamentaciones de los hombres famosos y atribuírselas a las mujeres o a los hombres más viles".

"Si no nos engañábamos hace un momento y realmente la mentira es algo que, aunque de nada sirve a los dioses, puede ser útil para los hombres a manera de medicamento, está claro que una semejante droga debe quedar reservada a los médicos sin que los particulares puedan tocarla".

"Si hay, pues, alguien a quien le sea lícito faltar a la verdad, serán los gobernantes de la ciudad, que podrán mentir con respecto a sus enemigos o conciudadanos en beneficio de la comunidad sin que ninguna otra persona esté autorizada a hacerlo".

"...vamos a decir que poetas y cuentistas yerran gravemente cuando dicen de los hombres que hay muchos malos que son felices mientras otros justos son infortunados, y que trae cuenta el ser malo con tal de que ello pase inadvertido, y que la justicia es un bien para el prójimo, pero la ruina para quien la practica. Prohibiremos que se digan tales cosas y mandaremos que se cante y relate todo lo contrario".


Son precisamente las historias que nos contamos lo que, en principio, permitió a los humanos la capacidad de cooperar flexiblemente en gran número (Harari, 2014), por lo que el contenido que se incluye en éstas no suele ser desatendido por las élites.


Dentro de la cultura popular, existen guías con el propósito expreso de causar estragos y desatar el caos sobre la humanidad, o al menos eso nos advierten los que prefieren que no nos distanciemos demasiado de las narrativas convencionales. Sin embargo para la persona en constante automejora resulta imposible evitar contemplar más allá de estas convenciones. Pero estén advertidos de que "quien no tiene alas no debe tenderse sobre abismos" (Nietszche, 1883).


Revisaremos escuetamente cinco libros que, desde la intuición del cucufato arquetípico, podrían ser automáticamente temibles o censurables sin necesidad de ser leídos. Censurables por su temática o temibles por sus autores.


Cabe recalcar, sin embargo, que estar de acuerdo con algo que escribió una persona no se extiende por defecto a estar de acuerdo con las decisiones de vida que ésta tomó o con todo lo demás que haya producido o realizado. Es prudente juzgar cada idea por su validez individual y no por quién la dijo, por lo que los ad hominem no tienen lugar en este texto. Iremos en orden cronológico.



I. “El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo comentado por Napoleón Bonaparte (1531/1815).

Maquiavelo, un teórico y consejero político que esperaba convertirse en asalariado de la familia Médicis, escribió "El Príncipe" en 1513 para demostrar su valor como consejero. Por su contenido el libro nunca fue escrito para ser publicado, sino como un obsequio a Lorenzo di Piero de Medici, pero tal terminó siendo el caso en 1531, años después de la muerte del autor. Los defensores de la Mentira Noble encontrarán censurable esta obra, porque desmiente abiertamente la ficción útil de que solo quien siempre es bueno (desde la moral cristiana) triunfa y es feliz.


Entre los lectores destacados de esta obra se encuentra Napoleón Bonaparte, quien al parecer dejó una copia de El Príncipe con diversas anotaciones de su puño y letra en su carruaje el día que perdió en Waterloo. Al leer las notas de Bonaparte se aprecia una intención de complementar el texto original a partir de su propia experiencia y nos da un vistazo a su filosofía para un mundo sin justicia divina en el que los hombres se forjan solos. Si lo revisamos a detalle nos percataremos de que lo que hoy se considera “maquiavélico” (es decir manipulador, deshonesto y desligado de la moral) parece coincidir más con la interpretación que Napoleón hizo del trabajo de Maquiavelo que con la filosofía del autor mismo.


Por ejemplo, la famosa cita “el fin justifica los medios” (inexistente en las obras de Maquiavelo) podría haber derivado de parafrasear lo que Napoleón opinaba sobre las molestias y consecuencias para el bando perdedor tras una guerra:

  • Maquiavelo: …aquel que es un nuevo Príncipe, se halla natural y comúnmente de ofender a sus nuevos súbditos, ya con tropas, ya con una infinidad de otros procedimientos molestos que el acto de su nueva adquisición llevaba consigo.
  • Napoleón: Poco me importa: el éxito justifica.

  • Maquiavelo: Si sale con acierto, se tendrán por honrosos siempre sus medios, alabándoles en todas partes; el vulgo se deja siempre coger por las exterioridades, y seducir del acierto.
  • Napoleón: Triunfad siempre, no importa cómo; y tendréis razón siempre.
"Ahora agradéceme y dame la mano".

Se aprecia también lo severo que Napoleón podía llegar a ser al revisar lo que comentaba en pasajes sobre el manejo de los aliados y enemigos:

  • Maquiavelo: …y quedando dispersos y pobres aquellos a quienes ha ofendido, no pueden perjudicarle nunca.
  • Napoleón: Es harto buena la reflexión; y me aprovecharé de ella.

  • Maquiavelo: Todos los demás que no han recibido ninguna ofensa en sus personas y bienes, se apaciguan fácilmente, y son temerosamente atentos a no hacer faltas, a fin de que no les acaezca el ser despojados como los otros.
  • Napoleón: He aquí como los quiero.

  • Maquiavelo: Si fuera inclinado a robar el bien ajeno, no le faltarían jamás ocasiones para ello: el que comienza viviendo de rapiñas, halla siempre pretextos para apoderarse de las propiedades ajenas.
  • Napoleón: Esta facilidad de hallar pretextos es una de las ventajas de mi autoridad.


Aunque Maquiavelo hace un llamado a la prudencia y explica que ninguno de sus consejos tendría sentido en un mundo en el que todos son buenos, Napoleón no muestra mucho entusiasmo por lo que se aleje de lo pragmático:

  • Maquiavelo: Obsérvese bien que si todos los hombres fueran buenos, este precepto sería malísimo.
  • Napoleón: Pública retractación de moralista.

  • Maquiavelo: ¡Cuán digno de alabanzas es un Príncipe, cuando él mantiene la fe que ha jurado, cuando vive de un modo íntegro y que no usa de astucia en su conducta!
  • Napoleón: Admirando hasta este punto Maquiavelo la buena fe, franqueza y honradez, no parece ya un estadista.


 Por su lado Bonaparte parecía más abierto a la practicidad del engaño y las apariencias en el arte de mantener el poder:

  • Maquiavelo: Cuando un Príncipe dotado de prudencia, ve que su fidelidad en las promesas se convierte en perjuicio suyo, y que las ocasiones que le determinaron a hacerlas no existen ya, no puede, y aun no debe guardarlas, a no ser que él consienta en perderse.
  • Napoleón: No hay otro partido que tomar.

  • Maquiavelo: Pero es necesario saber bien encubrir este artificioso natural y tener habilidad para fingir y disimular. Los hombres son tan simples, y se sujetan en tanto grado a la necesidad, que el que engaña con arte, halla siempre gentes que se dejan engañar.
  • Napoleón: Mentís atrevidamente; el mundo está compuesto de necios: entre la multitud, esencialmente crédula, se contarán poquísimas gentes que duden: y ellas no se atreverán a decirlo.


  • Maquiavelo: No es necesario que un Príncipe posea todas las virtudes de que hemos hecho mención anteriormente; pero conviene que él aparente poseerlas.
  • Napoleón: Los necios que creyeron que este consejo era para todos, no saben la enorme diferencia que hay entre el Príncipe y los gobernados.

  • Maquiavelo: Puedes parecer manso, fiel, humano, religioso, leal, y aun serlo; pero es menester retener tu alma en tanto acuerdo con tu espíritu, que en caso necesario, sepas variar de un modo contrario.
  • Napoleón: En el tiempo que corre, vale mucho más parecer hombre honrado que serlo en efecto.

  • Maquiavelo: Debe tener sumo cuidado en ser circunspecto, para que cuantas palabras salgan de su boca, lleven impreso el sello de las cinco virtudes mencionadas; y que para que, tanto viéndole como oyéndole, le crean enteramente lleno de bondad, buena fe, integridad, humanidad y religión. Entre estas prendas no hay ninguna más necesaria que la última.
  • Napoleón: Bueno para su tiempo.


Para ejemplificar la lógica detrás de sus consejos, Maquiavelo interpreta una alegoría de la mitología Griega y Napoleón se muestra de acuerdo:

  • Maquiavelo: Es menester, pues, que sepáis que hay dos modos de defenderse: el uno con las leyes, y el otro con la fuerza. El primero es el que conviene a los hombres, el segundo pertenece esencialmente a los animales; pero, como a menudo no basta, es preciso recurrir al segundo. Le es, pues, indispensable a un Príncipe, el saber hacer buen uso de uno y otro enteramente juntos. Esto es lo que con palabras encubiertas enseñaron los antiguos autores a los príncipes cuando escribieron que muchos de la antigüedad, y particularmente Aquiles, fueron confiados, en su niñez, al centauro Chiron, para que los criara y educara bajo su disciplina. Esta alegoría no significa otra cosa sino que ellos tuvieron por Preceptor a un maestro que era mitad bestia y mitad hombre; es decir, que un Príncipe tiene necesidad de saber usar a un mismo tiempo de una y otra naturaleza; y que la una no podría durar si no la acompañara la otra.
  • Napoleón: Explicación que nadie había sabido dar antes de Maquiavelo.




II. “Manifiesto Comunista” de Karl Marx y Friedrich Engels (1848)

Ningún nombre inspira tanta incomodidad y hasta miedo en los países donde se aplicó el “Plan Cóndor” como el de Karl Marx. Su trabajo ha sido tomado por diversos agentes, incluyendo gobiernos y organizaciones que, mediante las armas, discursos de violencia o resultados económicos decepcionantes contribuyeron a que se asocie el marxismo con terrorismo. Sin embargo, y en parte gracias a la censura y prohibición alrededor de los trabajos marxistas, son muy pocos los que se han atrevido a darle un vistazo a lo que el autor realmente escribió, lo que favorece, desde luego, una serie de prejuicios y malentendidos que terminan llevando a “hombres de paja” argumentales por parte de quienes pretenden criticar al autor sin haber conocido su trabajo. Por ello daremos un vistazo al “Manifiesto Comunista” publicado en 1848.


Tomando de base su fecha de publicación, a solo 33 años de la derrota de Napoleón Bonaparte y faltando todavía 66 años para la Primera Guerra Mundial, Marx se encontraba cronológicamente más cerca de las monarquías absolutistas que de los Estados Modernos. En el siglo XIX el reparto y saqueo de África por parte de las potencias Europeas alcanzó su auge mientras que en América Latina primaba el caudillismo y un orden socioeconómico feudal en las grandes haciendas. 



Marx vivió una época en la que la violencia y la injusticia explícita eran la norma. En tal escenario, antes de la invención del armamento moderno y en una época en la que la guerra y la venganza aún estaban asociadas al honor, es que surgieron sus planteamientos.


De ahí que para la época era admisible proponer que "los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente". Para Marx, el antagonismo entre la burguesía (los empresarios) y el proletariado (los empleados) no puede ser reconciliado sino con una revolución que desaparezca la dominación de los primeros hacia los segundos. De ese modo explica:

"El proletariado se valdrá de su dominación política para ir arrancando gradualmente a la burguesía todo el capital, para centralizar todos los instrumentos de producción en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase dominante, y para aumentar con la mayor rapidez posible la suma de las fuerzas productivas".


Respecto a lo que, además, precisa:

"Esto, naturalmente, no podrá cumplirse al principio más que por una violación despótica del derecho de propiedad y de las relaciones burguesas de producción".

En aquella época las insurrecciones eran una forma válida y común de terminar con un régimen para empezar otro.

Incluso para Marx no había razón para ocultar la intención explícita de arruinar directamente a los burgueses:

"¡Y la burguesía dice que la abolición de semejante estado de cosas es abolición de la personalidad y de la libertad! Y con razón, pues se trata efectivamente de abolir la personalidad burguesa, la independencia burguesa y la libertad burguesa".

“El rasgo distintivo del comunismo no es la abolición de la propiedad en general, sino la abolición de la propiedad burguesa".


Y quizá una de las ideas que más asusten a los empresarios, desde este enfoque, es que es válido utilizar al mismo sistema como herramienta para combatirlo:

"Las armas de que se sirvió la burguesía para derribar al feudalismo se vuelven ahora contra la propia burguesía. Pero la burguesía no ha forjado solamente las armas que deben darle muerte; ha producido también los hombres que empuñarán esas armas: los obreros modernos, los proletarios”.


Esa suele ser la faceta marxista que más tiende a difundirse entre los círculos que lo critican y, aunque pueda argumentarse que no todas las ideas de Marx han envejecido bien en el siglo XXI (por ejemplo aquellas relacionadas al uso de la violencia para destruir a un enemigo irreductiblemente perverso), algunos de sus planteamientos fueron tan bien recibidos que hasta el día de hoy permanecen como parte de nuestra concepción de la normalidad sin que, siquiera, las asociemos con su paradigma. Un ejemplo representativo de lo antedicho se aprecia en su siguiente propuesta:

"Educación pública y gratuita de todos los niños; abolición del trabajo de éstos en las fábricas tal como se practica hoy".





Asimismo, sus observaciones sobre la manera en la que el capitalismo transforma las relaciones humanas, despojándolas de lo que no sea la practicidad fría e inmediata, aún podrían resonar en el oficinista contemporáneo y ser parte de un análisis moderno:

"En una palabra, en lugar de la explotación velada por ilusiones religiosas y políticas, ha establecido una explotación abierta, descarada, directa y brutal".

"Estos obreros, obligados a venderse al detalle, son una mercancía como cualquier otro artículo de comercio, sujeta por tanto a todas las vicisitudes de la competencia, a todas las fluctuaciones del mercado".


“Este se convierte en un simple apéndice de la máquina, y solo se le exigen las operaciones más sencillas, más monótonas y de más fácil aprendizaje. Por lo tanto, lo que cuesta hoy día el obrero se reduce poco más o menos a los medios de subsistencia indispensable para vivir y para perpetuar su linaje”.



"Más aún, cuanto más se desenvuelven la maquinaria y la división del trabajo, más aumenta la cantidad de trabajo bien mediante la prolongación de la jornada, bien por el aumento del trabajo exigido en un tiempo dado, la aceleración del movimiento de las máquinas, etc."


"Como solados rasos de la industria, están colocados bajo la vigilancia de toda una jerarquía de oficiales y suboficiales. No son solamente esclavos de la clase burguesa, del Estado burgués, sino diariamente, a todas horas, esclavos de la máquina, del capataz y, sobre todo, del burgués individual, patrón de la fábrica".


Y, efectivamente, sin una presión organizada por parte de los trabajadores, los patrones difícilmente tendrán el deseo espontáneo de mejorar sus condiciones de vida en perjuicio de sus ganancias. De ahí que el movimiento obrero no esperase que el cambio viniese de arriba:

"En este sentido, los comunistas pueden resumir su teoría en esta fórmula única: abolición de la propiedad privada. Se nos ha reprochado a los comunistas el querer abolir la propiedad personalmente adquirida, fruto del trabajo propio, esa propiedad que forma la base de toda libertad, actividad e independencia individual. ¿Os referís acaso a la propiedad del pequeño burgués, del pequeño labrador, esa forma de propiedad que ha precedido a la propiedad burguesa? No tenemos que abolirla: el progreso de la industria la ha abolido y está aboliéndola a diario".


"Lo que queremos suprimir es el carácter miserable de esa apropiación que hace que el obrero no viva sino para acrecentar el capital y tan sólo en la medida en que el interés de la clase dominante exige que viva".

"Indigente. Hambriento de éxito. Tome mi currículum vitae".

De ese modo, tal vez no sea prudente descartar en automático y por completo el aporte de Marx en lo que respecta a su diagnóstico del problema, puesto que pocos como él han sido tan efectivos señalando lo que Harari posteriormente definió como la “discrepancia entre éxito evolutivo [de una especie] y sufrimiento individual [de sus miembros]” (2014); un problema que aún nos corresponde atender.




III. “La Biblia Satánica” de Anton Lavey (1969)

De los libros mencionados en este texto, probablemente ninguno genere tantos prejuicios y rechazo inmediato como este y, en parte, esa fue la intención tras su publicación. 


El contexto de su concepción y posterior publicación es de la época hippie en Estados Unidos, cuando entre las modas primaban la psicodelia, la liberación sexual y los estilos de vida alternativos. La Biblia Satánica es una colección de ensayos, declaraciones y rituales que promueven la exploración y aceptación de nuestra propia naturaleza e instintos a través de símbolos que, abiertamente, antagonizan a la moral cristiana por considerarla hipócrita.  Así, el texto expresa:

"El “Viejo Culto” [cristianismo], con sus supersticiones, ademanes afectados y sus juegos de salón infantiles no son para nosotros; lo que buscamos es una psicología metafísica que atraiga al hombre intelectual únicamente después de haberle dado a sus orígenes brutales y animales las consideraciones apropiadas”.


Desde la postura expresada en el libro, a través de los años, las organizaciones cristianas han definido a su conveniencia lo “correcto” y lo “incorrecto”, distorsionando la moral al hacer pasar por justo y válido aquello que, en el fondo, es despótico e ilógico:

Los agitadores del pasado han gozado de libertad para definir el "bien" y el "mal" a su acomodo, y han relegado alegremente al olvido a cualquiera que no estuviese de acuerdo con sus mentiras verbalmente y a veces, físicamente.


Incluso por ratos la crítica asume un formato similar a “Así habló Zaratustra” de Nietszche y predica en tono profético:

“…aquellas teorías e ideas que pudieron haber significado vida, esperanza y libertad para nuestros antepasados, es posible que ahora representen para nosotros destrucción, esclavitud y deshonor".

“¡Los falsos profetas han estado invirtiendo por mucho tiempo lo justo y lo injusto, lo bueno y lo malo!”

"Yo exijo razones de vuestras reglas doradas y pregunto el porqué de vuestros mandamientos".

“Pongo en duda todas las cosas. Colocándome ante las podridas y barnizadas fachadas de vuestros más excelsos dogmas morales, escribo con letras de llameante desprecio: (…) ¡Todo esto es fraude!

"No me inclino en señal de sumisión ante ninguno de vuestros ídolos pintados, y el que me diga «tú lo harás» es mi enemigo mortal".

"En los códigos morales no hay nada inherentemente sagrado. Al igual que los ídolos de madera de tiempos remotos, son obras de manos humanas, ¡y lo que el hombre ha hecho puede destruirlo!"

"¡Todo esto es fraude!"
El Satanismo suele ser malinterpretado como una pedestre adoración al Diablo, cuando explícitamente constituye un rechazo de toda forma de adoración literal. Este enfoque considera a la brujería y demonología popular como una reacción neurótica contra las religiones abrahámicas establecidas por la fuerza en occidente. La adoración literal de cualquier deidad bajo cualquier aspecto es ajena al satanista, quien considera las declaraciones de fe en una entidad protectora sobrenatural como “demostraciones humillantes de cobardía e inseguridad emocional”.


Aunque la Biblia Satánica se reviste de la autoridad sobrenatural del Príncipe de las Tinieblas y sus demonios, lo hace metafóricamente para exponer un fraude por medio del mismo vehículo con el que éste se difunde. Incluso expresa una postura desfavorable en contra del adoctrinamiento y el dogmatismo:

"Pero aquella mentira que incluso las personas inteligentes aceptan como un hecho -la mentira que le ha sido inculcada al niño cuando reposaba en las rodillas de su madre-, ¡esa es más peligrosa de afrontar que una pestilencia insidiosa!"

"La verdad por sí misma nunca ha liberado a alguien. Es la DUDA la que trae la emancipación mental. Sin el maravilloso elemento de la duda, el portal por el cual llega la verdad
permanecería cerrado".


En cuanto a los rituales, éstos tienen una función doble: sirven como psicodrama que facilita la catarsis, o bien como una fiesta de cumpleaños, donde pasas un buen rato con tus pares y amigos. El ritual y la fantasía trabajan sobre el supuesto de que la experiencia y el control de la irracionalidad son necesarias para el fortalecimiento de la mente. Por ejemplo, su autor critica el manejo emocional que se promueve en el cristianismo y expresa sobre quienes responden “te amo” a una injuria:

“Qué manera tan ridículamente cortés de decir “te odio”; tal es el apenas disimulado recurso conocido como "orar por tu enemigo". Rezar por el propio enemigo no es más que rabia disfrazada y reprimida…”

"Te amo".

A su vez, ofrece una alternativa a la represión y autoengaño a través del ritual y la fantasía como vehículo catártico:

“[El satanista] como es capaz de dar rienda suelta a su odio a través de una expresión ritualizada, es mucho más capaz de amar con el más profundo amor. Al reconocer y admitir honestamente tanto el amor como el odio que siente, no confundirá una emoción con la otra. Si no eres capaz de experimentar una de éstas dos emociones, no podrás experimentar la otra completamente”.


Por ello, el satanismo puede ser entendido como una guía para la vida en la Tierra, pues no asume que hay otra:

"Benditos sean los que desafían a la muerte, pues sus días serán largos en la Tierra... ¡Malditos sean los que sueñan con una vida más rica más allá de la tumba, pues ellos perecerán en medio de la abundancia!"

“Benditos sean los destructores de la falsa esperanza, pues ellos son los verdaderos Mesías...”

“¡Malditos sean los que creen en el bien y en el mal, pues se dejan asustar por sombras!”

"…te harás respetar en todas las esferas de la vida, y tu espíritu, tu espíritu inmortal, vivirá, no en un paraíso intangible, sino en el cerebro y en las fibras de aquellos cuyo respeto has conquistado".


Y si es que acaso se presenta alguna noción de deidad en el texto, lo es en un sentido panteísta:

“Dios por cualquier nombre que se le llame, o bien por ningún nombre en absoluto, es visto como el factor de equilibrio en la Naturaleza, y no como un ser al que le preocupe el sufrimiento. Esta poderosa fuerza que permea y equilibra el universo es demasiado impersonal para preocuparse por la felicidad o la miseria de las criaturas de carne y hueso..."


Por ello, más que como una religión, se puede entender al satanismo como una filosofía de la responsabilidad individual en el proceso de crecer y hacerse respetar en un universo indiferente, pero predominantemente deformado por la tradición abrahámica.

“El Satanista se da cuenta de que el hombre, y la acción y reacción del Universo, son responsables de todo lo que ocurre, y no se engaña creyendo que a alguien le importa”.

De ahí que para la congregación satánica si realmente algún pecado existe, es el autoengaño.




IV. “La sociedad industrial y su futuro” de Ted Kaczynski (1995)

En enero de 1998 James Q. Wilson, politólogo de la Universidad de Harvard, escribió sobre una publicación de uno de sus compañeros de alma mater:

"El manifiesto es un documento cuidadosamente razonado, ingeniosamente escrito"(...). Si es la obra de un loco, entonces los escritos de muchos filósofos políticos —Jean Jacques Rousseau, Tom Paine, Karl Marx— son apenas más sensatos".


Sin embargo el escrito del doctor Wilson no se trataba de una reseña académica, sino de una carta abierta a la sociedad en la que argumentaba que su colega, el doctor Kaczynski, era más que competente para ser juzgado por sus crímenes:

Entre 1978 y 1995, Kaczynski (bautizado mediáticamente como el Unabomber) envió 16 bombas desde el anonimato a objetivos simbólicos diversos como universidades y aerolíneas, dejando un total de 3 muertos y 23 heridos. 


A través de una carta anónima a The Washington Post ofreció cesar con los atentados si, a cambio, publicaban lo que él tenía que decirle al mundo. Su manifiesto, si se quiere. Finalmente accedieron, y a través de una rigurosa investigación lograron identificar y rastrear al autor, quien fue juzgado y eventualmente condenado a cadena perpetua.



¿Lo que hizo Kaczynski para que publicasen su manifiesto anula la validez de su contenido? No; del mismo modo en que la validez del contenido de su manifiesto no anula la sentencia que cumple por lo que hizo para que lo publicasen. Había otros medios.

En lo que respecta al contenido mismo del manifiesto, se trata de un ensayo que puede leerse de forma similar al Manifiesto Comunista: Un diagnóstico y una propuesta de solución. En su diagnóstico empieza señalando con sus palabras la ya citada "discrepancia entre éxito evolutivo y sufrimiento individual” (Harari, 2014).


Argumenta que "la Revolución Industrial y sus consecuencias han supuesto un desastre para la humanidad", porque conforme desarrolla "tiene que obligar a la gente a comportarse de un modo que está cada vez más alejado de los patrones naturales de la conducta humana".


Esto provoca, según el manifiesto, trastornos psicológicos ejemplificados por lo que su autor denomina "sobresocialización" y "actividades sustitutorias". En relación al primer término explica:

“Los psicólogos usan el término «socialización» para designar el proceso por el cual los niños son entrenados para pensar y actuar como demanda la sociedad. Se dice que una persona está bien socializada si cree y obedece el código moral de su sociedad y encaja bien como parte del funcionamiento de ésta”.

“Alguna gente está tan altamente socializada que intenta pensar, sentir y actuar moralmente, imponiéndose una severa carga. Con objeto de eludir sentimientos de culpa, continuamente tienen que engañarse sobre sus propios motivos y encontrar explicaciones morales para sentimientos y acciones que en realidad no tienen un origen moral. Usamos el término sobresocializado para describir a tales personas”.

“La persona sobresocializada incluso no puede experimentar, sin culpabilidad, pensamientos o sentimientos que son contrarios a la moralidad aceptada; no puede tener ideas «impuras»”


“Así la persona sobresocializada está retenida con una correa psicológica y pasa su vida corriendo por los rieles que la sociedad ha tendido para ella”.

“Sugerimos que la sobresocialización está entre las crueldades más serias que los seres humanos se infligen unos a otros”.


Respecto a las “actividades sustitutorias”, el autor explica que la sociedad moderna ha puesto a los humanos en un contexto tan distinto del que evolucionaron que aquellos instintos que antes eran satisfechos directa y explícitamente, hoy solo son canalizados por actividades simbólicas que sustituyen a las originales. Al respecto expresa:

“Atribuimos los problemas sociales y psicológicos de la sociedad moderna al hecho de que esta requiere gente que viva bajo condiciones radicalmente diferentes de aquellas bajo las cuales la raza humana se desarrolló y a maneras de comportarse que entran en conflicto con los patrones de comportamiento que desarrollaba mientras vivía bajo las condiciones iniciales”.


“Para las sociedades primitivas el mundo natural (que normalmente cambiaba sólo despacio) proporcionaba un armazón estable y por eso una sensación de seguridad. En el mundo moderno es la sociedad humana la que domina la naturaleza al contrario que antes, y la sociedad moderna se transforma muy rápidamente debido al cambio tecnológico. Así que no hay un armazón estable”.


“Consideremos el caso hipotético de un hombre que pueda tener todo lo que quiera simplemente deseándolo. Tal hombre tiene poder, pero desarrollará problemas psicológicos serios. Al principio tendrá mucha diversión, pero conforme siga estará agudamente aburrido y desmoralizado. Eventualmente puede convertirse en clínicamente deprimido”.



“Así, con objeto de eludir problemas psicológicos serios, el ser humano necesita finalidades cuyo logro requiera esfuerzo, y debe tener un éxito razonable consiguiéndolas”.

“Usamos el término «actividad sustitutoria» para designar una actividad que persigue directamente una finalidad artificial que la gente ensalza para ellos mismos meramente con objeto de tener alguna finalidad por la que trabajar". 



"He aquí una regla fácil para la identificación de actividades sustitutorias. Dada una persona que dedica mucho tiempo y energía a la persecución de la finalidad X, pregúntate esto: ¿si tuviera que dedicar la mayoría de su tiempo y energía a satisfacer sus necesidades biológicas, y este esfuerzo le requiriera usar sus posibilidades físicas y mentales de un modo variado e interesante, se sentiría privado seriamente por no alcanzar la finalidad X? Si la respuesta es no, entonces la persecución de la finalidad X es una actividad sustitutoria”.


El autor, además, sugiere que en las luchas del día a día en las “sociedades primitivas” el ser humano encontraba sentido y realización, algo que se vuelve raro en una sociedad industrial:

“En las sociedades primitivas, la vida es una sucesión de etapas. Habiendo realizado las necesidades y propósitos de una, no había ninguna aversión en pasar a la siguiente. Un hombre joven atravesaba el proceso de poder convirtiéndose en cazador, cazando no por deporte o realización, sino por la carne que era necesaria para alimentarse”.


“En contraste, alguna gente moderna pospone indefinidamente el tener hijos porque están demasiado ocupados buscando algún tipo de «realización». Sugerimos que la realización que necesitan es experimentar adecuadamente el proceso de poder con finalidades reales en vez de finalidades artificiales de actividades sustitutorias”.


Dicha situación será intensificada por el mismo sistema, que en lugar de usar la amenaza y la coacción utilizará técnicas de marketing, educación y hasta ingeniería genética para hacer que los ciudadanos se adapten a ese cambio:

“El sistema no existe y no puede existir para satisfacer las necesidades humanas. En su lugar, es el comportamiento humano el que tiene que ser modificado para encajar en las necesidades del sistema”.

“El sistema trata de «solventar» este problema mediante el uso de propaganda para hacer a las personas QUERER las decisiones que han sido hechas para ellas”.


“La única solución sería una especie de programa de eugenesia o de ingeniería genética extensiva de seres humanos, por lo que el hombre en el futuro no sería por más tiempo una creación de la naturaleza, o de la casualidad, o de Dios (dependiendo de tus opiniones religiosas o filosóficas), sino un producto manufacturado”.


Por otro lado, en cuanto a la solución del problema, Kaczynski da un ejemplo de aquello que no funciona y propone, en su lugar, algo más. En relación a lo que no funciona, el autor habla de lo que hoy consideraríamos “activismo radical” o “Social Justice Warriors” usando el término “izquierdismo”, aunque no como una postura política definida, sino como una tendencia psicológica a ventilar las propias frustraciones usando una causa noble como excusa. Al respecto escribe:

“¿Qué es el izquierdismo? Durante la primera mitad del siglo XX pudo ser prácticamente identificado con el socialismo. Hoy el movimiento está fragmentado y no está claro a quién se le puede llamar propiamente izquierdista. Cuando en este artículo hablamos de izquierdistas pensamos principalmente en socialistas, colectivistas, «políticamente correctos», feministas, activistas por los homosexuales y los discapacitados, activistas por los derechos de los animales. Pero no todos los que están asociados en uno de estos movimientos es un izquierdista. A lo que intentamos llegar es que no es tanto un movimiento o una ideología como un tipo psicológico”.


“Pueden pretender que su activismo está motivado por la compasión o por principios morales (…), pero la compasión y los principios morales no pueden ser los principales motivos para su activismo. La hostilidad es un componente demasiado distinguido del comportamiento izquierdista (…). Obviamente será más productivo tomar una aproximación diplomática y conciliadora (…). Pero los activistas izquierdistas no tomarán semejantes aproximaciones porque no satisfarán sus necesidades emocionales”.

“Ayudar a la gente negra no es su verdadera finalidad. En su lugar, los problemas raciales sirven para ellos como una excusa para expresar su propia hostilidad y frustración (...). Haciendo esto ellos realmente hacen daño a la gente negra, porque la actitud hostil de los activistas hacia la mayoría blanca tiende a intensificar el odio racial”.


En relación a su propuesta de cambio, pues no es muy específico. Expresa la necesidad de una revolución contra la tecnología y la ciencia (corriente llamada neoludismo), asumiendo que tal proyecto es posible, pero no detalla los pasos ni maneras de lograrlo:

Esta revolución puede o no usar la violencia: puede ser súbita o puede ser un proceso relativamente gradual abarcando pocas décadas. (…) Su objeto no será derribar gobiernos, sino las bases económicas y tecnológicas de la sociedad actual.


De manera similar a Marx, Kaczynski, además de su indignación, deja a sus lectores un profundo análisis de la discrepancia entre el éxito evolutivo y el sufrimiento individual en su época, pero una solución incompleta al problema. Respecto a esta tendencia de los críticos sociales, Sartori (2003) reflexionó:

"Todo progreso tecnológico, en el momento de su aparición, ha sido temido e incluso rechazado. Y sabemos que cualquier innovación molesta porque cambia los órdenes constituidos. Pero no podemos, ni debemos generalizar. El invento más protestado fue, históricamente, el de la máquina, la máquina industrial. La aparición de la máquina provocó un miedo profundo porque, según se decía, sustituía al hombre".




V. “Guerra sin rostro” de Vladimiro Montesinos (2008)

Vladimiro Montesinos fue, discutiblemente, la figura en la sombra más poderosa en el Perú entre 1990 y 2000. Jefe del servicio de inteligencia, llegó a acumular y concentrar el poder de facto mediante el amedrentamiento y, principalmente, sobornos. 


Como cualquiera que revise el caso podrá constatar, finalmente fue expuesto mediáticamente por políticos de oposición que filtraron un video de él sobornando a un funcionario y tras toda una historia de fugas y persecuciones lograron arrestarlo. Concretamente se le ha condenado por delitos como malversación de fondos, abuso de poder, sobornos y venta ilegal de armas.


Si bien podemos poner en tela de juicio su calidad moral al constatar que entre sus "logros" resaltan el control ilegal de los aparatos del Estado, el desprestigio social de sus enemigos y la manipulación del sistema de justicia a su antojo, nadie pone en duda su habilidad como analista estratégico en temas de espionaje y terrorismo.

Por ejemplo la Comisión de la Verdad y Reconciliación señala sobre Montesinos en su libro "Hatun Willacuy": "Su evidente propósito era lograr la escisión del PCP-SL [Partido Comunista Peruano Sendero Luminoso], objetivo que consiguió y que constituye su logro más importante".


Y es por esa pequeña parte de su currículum que resulta útil prestarle atención a uno de sus libros publicados desde la cárcel: "Guerra sin Rostro". El libro advierte sobre las nuevas amenazas a la seguridad internacional en un mundo globalizado tras los atentados del 11 de setiembre de 2001. 


El texto, publicado en 2008, da esbozos de lo que más adelante aprendimos a llamar "fake news", "hacktivismo" y la privatización de la guerra. El autor mismo explica la importancia de su texto:

"Debemos de anticipar los planes de las redes y coaliciones terroristas, pues estos enemigos son silenciosos y ocultos que pueden dar golpes devastadores cuando así lo deseen, empleando todo medio disponible, constituyendo una amenaza permanente de orden trasnacional a la seguridad de nuestros respectivos países".


Para tal propósito, Montesinos señala que es importante actualizarse y adaptar los protocolos antiterroristas a las nuevas ideas, ya que predice que en el futuro los Estados perderán su monopolio de la guerra y tendrán que luchar ya no solo contra otros Estados, sino contra organizaciones privadas con presupuesto y logística suficientes para hacerlos colapsar.

“El reto que cada país debe enfrentar a fin de contrarrestar estas amenazas no tradicionales –de enemigos transnacionales que actúan descentralizadamente y operan fuera de cualquier comportamiento que sea admitido a nivel internacional- que se presentarán en un futuro posible, obligan a profundizar y comprender la magnitud de la tarea que significa prepararse para esta clase de conflictos asimétricos que inexorablemente estarán presentes en las primeras décadas del siglo XXI”.


Señala que serán dos los rasgos principales de estos nuevos “enemigos privados”:

“El primero es la búsqueda del colapso del enemigo en su retaguardia civil, no en el frente; de esta forma se consigue hacer irrelevante la potencia militar del adversario”.

“El segundo es el aprovechamiento de las potencialidades del oponente en beneficio propio, lo que los autores denominan llave de judo. Utilizarán las libertades de las sociedades democráticas contra ellas, emplearán sus propias leyes para protegerse”.


El objetivo de estos nuevos grupos terroristas no es la destrucción física de la infraestructura de la sociedad, sino su colapso como sistema. Para ello no se involucran en grandes batallas, sino en sabotaje y guerrilla, por lo que el armamento pesado pierde protagonismo en favor del espionaje e inteligencia al momento de contrarrestarlos. Señala Montesinos:

“Las concentraciones de fuerzas con amplio poder de fuego y las diversas instalaciones públicas o privadas, conjuntamente con grandes cuarteles o fuertes militares, se tornan en una desventaja, pues son muy fáciles de convertirse en blancos de ataque ante la amplia capacidad de maniobra de las pequeñas células de ataque”.


“En el futuro las tradicionales bases militares serán reemplazadas por escondites y depósitos, y el control de la población se efectuará mediante una mezcla de propaganda y terror. Las fuerzas regulares se irán transformando en algo diferente a lo que han sido tradicionalmente. Las batallas del futuro serán sustituidas por pequeños enfrentamientos armados y masacres”.



A su vez, advierte de manera general el formato que tenderá a tomar la estrategia terrorista del futuro y lo explica en objetivos específicos que suman a un objetivo general:

“El “terrorismo cibernético”, que como táctica de ataque emplean las redes terroristas, tiene una peligrosa técnica conocida como “Operación de Liquidación”, que se usa con la finalidad de atacar la estructura entera de un país. Esta operación se podría desarrollar en varias fases sobre el blanco elegido”.


Los objetivos específicos los reparte en tres fases:

“En la primera, se iniciaría colapsando el sistema de tráfico vehicular y los medios de transporte colectivo, bloqueando las luces de todos los semáforos que se ponen verdes al unísono. Los ferrocarriles presentan fallas críticas en su operatividad. Los sistemas de control de tráfico aéreo se caen, poniendo a las compañías de aviación en alerta máxima. El caos generalizado es el objetivo de esta fase…”


“En la segunda fase, como la población supuestamente estaría en pánico colectivo al haberse caído el transporte terrestre y aéreo por fallas en los sistemas de computación que son manipulados por hackers desde lugares desconocidos, se procede a bloquear la bolsa de valores y el sistema bancario, así como las tele-comunicaciones, presentándose vídeos con imágenes tergiversadas de líderes políticos en escenarios irreales”.



“En la tercera fase, se buscaría bloquear el uso de elementos vitales como agua y energía y se descargaría una alarma de ántrax para que la ciudadanía evacue los edificios públicos y privados, así como sus centros laborales”.


Predice, además, que estas medidas para desestabilizar a la sociedad podrían ser complementadas con un constante bombardeo de noticias falsas que imposibiliten la fiabilidad de las comunicaciones:

“Paralelamente podrían practicar terrorismo virtual a través de la televisión que difundiría imágenes destructivas falsas sobre derrumbes de edificios públicos o locales emblemáticos a fin de crear un mayor desconcierto y que los gobiernos pierdan el control de la situación. Es por ello que la operación es denominada como “Liquidación”, porque arrasa con todo”.



Cabe reflexionar que, tal técnica solía ser exclusiva de los grupos de poder que controlaban los medios de comunicación, pero las redes sociales les arrebataron ese monopolio. Si de por sí la manipulación mediática era capaz de disociar a un pueblo de su realidad, su uso en manos de varios colectivos con agendas propias, a largo plazo, podría ser suficiente para generar fragmentaciones importantes en la cohesión cultural.

Llevado a sus últimas consecuencias, al perder contacto con nuestra ilusión compartida de la realidad, la tendencia sería que las personas se fragmenten en subculturas cada vez más pequeñas y las usanzas comunes como la identidad nacional, la historia, las religiones locales y la opinión de expertos se vuelvan menos relevantes en favor de versiones personalizadas de la realidad.

   
¿Crees que vale la pena que más personas lean estos libros o consideras que el contenido de los mismos está más seguro en el silencio y la ambigüedad de los intelectuales?


Referencias:

Baudrillard, J. (1993). The transparency of evil: Essays on extreme phenomena. Verso: New York.

Harari, Y. (2014). Sapiens: A brief history of humankind. Random House: Israel.

Marx, K., & Engels, F. (1848) [1983]. Manifiesto Comunista. Sarpe: Madrid.

Montesinos, V. (2008). Guerra sin rostro: Amenaza a la seguridad continental. (Editorial desconocida): Lima.

Kaczynski, T. (1995) [1997]. La sociedad industrial y su futuro. Perfil S.A.: Buenos Aires.

Lavey. A. (1969). The Satanic Bible. Avon Books: New York.

Maquiavelo, N. (1534) [1905]. El Príncipe (comentado por Napoleón Bonaparte). Tipografía Popular: México.

Nietzsche, F. (1883) [2016]. Así habló Zaratustra. Alianza Editorial: Madrid.

Sartori, G. (2003). Homo videns, la sociedad teledirigida. Taurus: Argentina.

Wilson, J. (15 de enero de 1998). In Search of Madness. The New York Times: https://www.nytimes.com/1998/01/15/opinion/in-search-of-madness.html