Saludos. Probablemente hayas escuchado del programa Work and
Travel. Se trata de un programa de intercambio estudiantil en el que
universitarios de todo el mundo pagan ciertas sumas de dinero para pasar las
vacaciones que separan un año y otro, trabajando en Estados Unidos por,
aproximadamente, tres cuartas partes del sueldo de un trabajador promedio
local. La idea, en teoría, es que la experiencia del viaje proporcionará un
horizonte más amplio sobre la responsabilidad y el mundo laboral y dará cierto
prestigio al CV al momento de buscar algún trabajo en el país de origen.
El programa lleva ya algunos años realizándose con relativo éxito,
lo cual implica que mucha de la gente que ha participado en éste ya se
encuentra relativamente bien posicionada en el mundo laboral en su propio país.
Uno asumiría que si alguna de estas personas trabajase en recursos humanos y
estuviese entrevistando a alguien con “Work and Travel” en el CV, lo vería como
un elemento deseable.
Las opiniones, no obstante, parecen estar divididas.
Si bien es cierto que el trabajo es una parte central de todo el programa,
éste tiene, en ciertos círculos, la reputación de ser un viaje para las fiestas, drogas y el sexo desenfrenado.
Si me lo preguntan a mí, diría que no es una mala propuesta. |
El punto, sin embargo, es que, en mi experiencia, he visto a
muchas parejas terminar dolorosamente su relación a causa del placer sin límites que promueve este viaje. Vemos
como tanto hombres como mujeres, en apariencia tranquilos y moralmente
determinados a ser fieles, sufren una transformación durante el viaje que
altera completamente el curso de sus relaciones.
Si estos casos son mayoría o no, no es objeto de esta entrada por
lo que no considero necesario utilizar alguna referencia con las estadísticas. Basta con que haya
pasado, al menos, una vez para que nos preguntemos cómo evitar que algo
semejante se repita (léase: evitar que te pase a ti). Es sobre eso que trata esta
entrada.
Tratemos de aferrarnos un poco a los hechos. Ciertamente no es
ninguna ley que las cosas se den de esa única manera y cada caso es diferente,
pero lo cierto es que existe una determinada cantidad de casos de personas que
van a esos viajes, teniendo sus intenciones de abstinencia claras, y acaban
arrastrándose por el ambiente y volviendo a su ciudad con una pareja o algún
amor a distancia esperándolo en otro país y habiendo probado ciertas drogas.
Esto en sí, no tiene razón para ser algo malo.
Sin embargo, estos cambios radicales en personas que jurábamos
conocer a fondo, en diversas oportunidades, pueden dañar a terceros como el
ejemplo de las parejas mencionado.
¿Por qué ocurre esto?
La expresión popular "una manzana podrida pudre a las
demás", parece ser más una fantasía que una realidad. Quizá una locución
más adecuada sea "un barril podrido pudre a las manzanas”. Los resultados
de varios experimentos en psicología social (Zimbardo, 1997) indican que, si
bien existe un componente genético y actitudinal, son las variables en el
contexto los principales motores de la conducta, y no la personalidad de los
individuos. Me explico: la personalidad sí juega un rol, de lo contrario todos
nos comportaríamos exactamente igual que los otros en un mismo ambiente. Sin
embargo, existirán ciertas tendencias en determinados ambientes, que no estarán
en otros. Tendencias que, incluso, pueden ir en contra de lo que normalmente
considerarías “moral” o “bueno”.
De hecho, al efecto de dejar voluntariamente de lado los valores
personales y actuar de formas subjetivamente reprochables por ti mismo a causa
de un cambio de ambiente se llama Efecto Lucifer. El constructo se usa,
normalmente, para entender la corrupción, la violencia, la crueldad y otro tipo
de comportamientos en personas que, supuestamente, nunca harían algo así.
Lean el trabajo original. |
Tu forma de ser es, en gran medida, la manera en la que te has
adaptado para sobrevivir en tu entorno. Lo que te lleva a pensar que es tu
personalidad la única responsable de todo lo que haces, es la relativa
estabilidad que tiene tu ambiente. Ello genera la ilusión de que el contexto no
influye por tratarse casi de una constante. Pero cambia radicalmente a un
ambiente donde tu conducta habitual no es adaptativa, y veremos cuánto tiempo
puede mantenerse.
Cualquiera que haya estado viajando durante un tiempo
relativamente largo podrá notar con mayor claridad estos cambios. Más aún, si
cambia de idioma, ya que cambiar la forma de hablar, es articular y
construir el mundo con estados cerebrales distintos a los habituales. Una
variable adicional al cambio de ambiente que valdría la pena tener en cuenta,
es que el lenguaje moldea el pensamiento (Vygosky, 1995) y al cambiarlo de
manera prolongada, inevitablemente estamos cambiando nosotros también. Los
estudios al respecto han llevado a crear el concepto de personalidades
biculturales (Ramírez, et al., 2004), que describe la transformación en
las ideas, preferencias y maneras de pensar que tiene una persona cuando habla
otro idioma por mucho tiempo.
Pero esta entrada no pretende ser una lección más de psicología
social. Con la información presentada bastará para establecer la premisa de que
uno, casi de manera inevitable, tenderá a cambiar progresivamente su manera de
pensar y valorar las cosas si permanece suficiente tiempo fuera de su contexto
habitual.
A continuación ofrezco algunos consejos que, aceptando la premisa
mencionada, podrían ser de ayuda a las personas que desean participar en Work
and Travel sin tomar decisiones que, al regresar a su ciudad, les generen alguna
forma evitable de sufrimiento.
1. No digas que nunca te va a pasar.
Llamémoslo “un primer paso”. Creerte diferente al resto de
personas es lo que finalmente podría terminar haciéndote igual o sumamente
similar a ellos. Si asumes que, como caso humano, eres tan especial que hay
cosas que mágicamente no se aplican a ti, estarás mucho más expuesto a que te
ocurran, porque no estarás alerta ni realizarás la prevención necesaria.
2. Evita tener "amiguitos de confianza".
Es muy probable que estando ahí conozcas a una persona del género
opuesto (asumiendo tu heterosexualidad, claro está) con quien empieces a
llevarte muy bien. Solo amigos. Conversan, tienen sus ratos a solas, se cuentan
historias conmovedoras acerca de sus vidas, se escuchan cuando se sienten mal y
todo eso que hacen las parejas salvo tener sexo y derivados. Pero son solo
amigos ¿verdad? Seguramente sí, pero estos "amiguitos de confianza" son
los candidatos ideales para ser las personas con las que, eventualmente, acaba empezando
un romance.
Se consciente de eso y decide si es mejor evitar tener esta clase
de cercanía o arriesgarte. Es recomendable que uno se relacione mejor con un
grupo y evite ponerse demasiado cómodo con una sola persona del género opuesto.
3. La idea no es resistir la tentación, sino evitarla.
Tal vez seas muy fuerte y puedas resistir tentaciones, ¿pero por
cuánto tiempo? Recuerda que vas a estar ahí meses en un contexto de convivencia
y sustancias psicoactivas. Quizá tengas pocas vivencias en ese tiempo, pero
muchas van a ser de carácter intenso. Exponerte abiertamente a todo
lo que te tienta y pretender resistir mientras, poco a poco, tu voluntad se va
desgastando, podría ser poco estratégico a largo plazo.
4. Júntate con los que quieren lo mismo que tú.
Refuércense una y otra vez lo que quieren. Si te juntas con
personas que van ahí a tener sexo y consumir sustancias, es probable que alguna
vez te veas en una situación en la que te inviten a participar. Puedes decir
que “no”, pero recuerda el punto 3. Así solo los acompañes sin participar, ya
estás entrando en el ambiente, donde es más fácil contemplar de cerca la
diversión de la que te estás perdiendo y dar el segundo paso.
5. Ten siempre un recordatorio de quién eres en casa.
Estarás en un ambiente nuevo que progresivamente irá haciéndote
olvidar algunas de las cosas que tenías que hacer por estar en tu antiguo espacio.
Algo que contribuye a enlentecer la transformación es mantener algo que te siga
vinculando con tu antiguo medio. Un collar, fotos, comida, música, rutinas,
responsabilidades, posters, lo que sea. Mientras más, mejor.
Los amigos que viajan contigo pueden, también, ser un
recordatorio, pero ellos también cambian con el ambiente y pueden acabar siendo
un recordatorio de quién eres ahí. Cuidado con eso.
6. Es más fácil ser fiel a tus principios al 100% que al 99%.
Tranquilamente este podrías ser tú: "Yo sé que como
regla general la mayoría de las personas no debería hacer esto. Pero en esta
circunstancia particular y atenuante y sólo por esta vez, está bien porque mi
situación específica lo justifica".
Rara vez somos conscientes de los costos que implica esa,
aparentemente simple, elección. La mayoría de las serias violaciones a nuestros
propios principios suele empezar con la mentalidad del "solo por esta
vez".
El proceso es gradual, no de golpe. Todo empieza de a pocos y va, a
la larga, subiendo la dosis. Una minúscula aproximación a lo que quieres no hacer, ya es hacerlo, sin importar cuánto quieras convencerte de que no cuenta
y que solo sería por esa vez. A partir de ahí ya cruzaste la línea y ya no será
una cuestión de violar o no tus principios, sino una cuestión de grado. Una vez
hecho, será más fácil volverlo a hacer.
Es perfectamente posible argumentar lo contrario, pero un simple
beso no tiene por qué ser menos engaño que una orgía zoonecrofílica.
Generalmente los extremos y absolutismos no son alternativas compatibles con
la salud mental, pero la mentalidad de que hay grados más severos que otros de engañar
a la pareja, sea o no acertada, ayuda mucho a dar el primer paso, bajo la
excusa de no ser tan grave o inclusive de "no contar". Es mejor, por
fines prácticos, tomar, de manera provisional, una posición un poco tajante en
ese aspecto.
7. Si descubres o sospechas fuertemente que a tu "amiguito de
confianza" le gustas, aléjate.
Se necesitan dos para un engaño. Si uno de dos ya está listo para
participar, vas a tener un obstáculo menos para violar tus principios y todo va
a pasar a depender exclusivamente de ti.
Mucha suerte a los que deseen viajar. Recuerden que estos consejos
son generales y pueden ser modificados y adaptados a las circunstancias
específicas de cada uno. Más importante que los consejos aquí presentados, es
su criterio para discernir. Úsenlo.
Referencias:
Ramírez, N., Gosling, S., Benet-Martínez, V., Potter, J., & Pennebaker, J. (2004). Do bilinguals have two personalities? A special case of cultural frame switching. Recuperado el 31 de octubre de 2015, de http://www.utpsyc.org/Nairan/research/bilingual.pdf
Vygosky, L. (1995). Pensamiento y lenguaje. Ediciones Fausto: Paraguay.
Zimbardo, P. (1997). The
Lucifer Effect: Understanding how good people turn evil. Random House: New York.